Seguro que esta pregunta nos la hemos hecho alguna una vez los asiduos al BTT.
Preguntamos a amigos, a distribuidores, a gente experimentada, y luego nos decidimos, en la mayor parte de los casos, por el pedal automático. Es más ligero, estéticamente a la bici le queda mejor, es más bonito, y en definitiva, es lo que lleva la mayor parte de la gente…aunque luego, uno se fija y hay gente que, bajando muy bien, suelta el pié.
“El automático, una vez que le coges el tranquillo, sale siempre. Basta con llevarlo flojo, y ya está”, nos dicen. Y hala, a darle. Efectivamente, sale siempre. Mil apuros, y sale, no falla.
…Hasta que llega un día en el que, sin saber por qué, no sale. Y entonces, si vas bajando, te vas de cabeza. Sólo casco, ni coraza, ni coderas, ni espinilleras, ni nada. Culotte, y piel. Un camino en el monte es una lotería. Aquí no hay nada, pero un metro más adelante, hay una piedra, y luego unos palos, y luego un árbol, y luego, otra vez nada que pueda hacer daño. Puro azar.
El otro día, bajando despacito, sin prisas, el pedal no salió, y me topé con una muria, que es eso que hay en los caminos, piedra sobre piedra, sin cemento, para delimitar una finca cualquiera. Esperándome.
El resultado, para qué entrar en detalles, para qué contar. Bueno, lo mejor es eso, que lo puedo contar.
El caso es que, después de darle muchas vueltas al cómo y al por qué , he decidido que quiero recuperarme pronto, volver a disfrutar de los miles de momentos que me proporciona este deporte, pero en el asunto de los pedales…